Nieto del patriarca bíblico Noé que, según algunos autores antiguos,
pobló, tras el Diluvio, Iberia. Flavio Josefo, cronista del s. I,
escribió: "fundó Tubal a los tubelos, a los que ahora se llaman iberos".
Dada la existencia de dos pueblos iberos, uno en el Cáucaso (actual
Georgia) y otro en Europa (actual Península Ibérica), existió desde ese
momento, en los exégetas y en los historiadores, la duda de a qué iberos
se refirió Josefo, estableciéndose pronto diversas teorías sobre la
relación posible de las dos Iberias. Según resume Caro Baroja, a
Tubal-Caín, que en el "Génesis" (IV, 22) es de la raza de Caín y el
inventor de la forja, se le equipara en los textos clásicos a Vulcano.
El otro es el hijo de Japhet ("Génesis", X, 3). Los dos están
relacionados con la metalurgia. "La venida del segundo a Occidente se
funda en que San Jerónimo, al comentar un texto de Ezequiel (XXXVIII,
2-3) y otro de Isaías (LXVI, 19), pensó que se referían a Italia o a
España, cuando hablan de Magog, "príncipe de la cabecera de Mesech y
Tubal", según la vieja traducción de Cipriano de Valera: "Thubal, sive
Tubal aut Italia interpretatur, aut Iberia", dice el santo erudito.
Pasará la idea a San Isidoro, más categórico, cuando dice ("Etim.", IX,
2, 29): "Thubal, o quo Iberi, qui et Hispani; licet quidam ex eo et
Italos suspicentur.". Tras estas primeras aserciones de origen bíblico y
patrístico va a tejerse con los siglos la teoría vasco-ibérica y
vasco-cántabra que gozará de extraordinaria longevidad y frondosas
derivaciones. Es el arzobispo Ximénez de Rada, que escribe a mediados
del s. XIII y al que sigue Alfonso X, los hijos de Tubal "después de
recorrer diversas provincias con despierta curiosidad, se dirigieron a
los confines del occidente, y una vez que llegaron a España fueron los
primeros habitantes de las alturas de los Pirineos y se convirtieron en
pueblos numerosos que fueron llamados al principio Cetubeles, como
coetus Tubal o multitud de Tubal. Los cetubeles así se dilataron hasta
ser grandes pueblos y descendieron a las llanuras de España y junto al
río que ahora se llama Ebro fundaron villas, aldeas y ciudades, y como
se quedaron allí, los que antes se llamaban cetubales, corrompiendo este
nombre por el del río Ebro, se llamaron celtíberos.". Más precisión,
redundando sobre el mismo tema, aporta dos siglos después el exégeta
Alonso de Madrigal, llamado "El Tostado": "Tubal. Del cual descienden
los españoles; éste se estableció en la bajada del monte Pirineo en el
lugar que se llama Pamplona. Después, cuando éstos se multiplicaron en
muchos pueblos, bajaron a las llanuras de España, y entonces aquella
tierra se llamó en latín, de coetus, esto es, comitiva de Tubal,
Cetubalia (In Gen. 10, q. 1. OO I, 154). Después de esto, identificar a
los vascos con los primitivos pobladores de Iberia y al euskera con la
primera lengua de la misma viene rodando. La identificación parece
comenzar con los navarros para extenderse luego hacia occidente. En
tierra vascona sitúa Lope García de Salazar (s. XV) la repoblación de
Tubal: "/ Así ha contado la ystoria cómo / de los siete fijos de Jafet
fijo de Noé / se poblaron muchas tierra en Oçi / dente, entre los quales
Tubal, que / era quinto fijo, a sus fijos e genera / çiones venjeron en
Spaña e pobla / ron en la Ribera de Ebro fasta los / puertos de Aspa e
llamaron aquella / tierra toda Carpentanja, e poblaron / en ella quatro
çibdades: la primera / fue Oca, que es ençima de los mon / tes de Oca;
la segunda es Caloho / rra; la otra es Taraçona; la otra / es Çaragoça. E
después tendiéron / se por toda España". El cronista valenciano Beuter
(s. XVI) da origen tubálico a Tafalla y Tudela y hace a los navarros
sinónimos de los cántabros. Pedro de Medina años antes había establecido
los mismos orígenes a estas ciudades y había asegurado que la lengua
origen de España era el "vasquence". No todos los autores, en especial
tras el Renacimiento, admitieron al patriarca Tubal como origen común de
los ibéricos occidentales. Maluenda y Ribera, por ejemplo, eran de
opinión contraria a la de otros como Villalpando y Pineda ["Ioannis de
Pineda hipalensis e Societate Iesu. Ad suos in Salomonem commetarios
Salomon praevivus, id est de rebus Salomonis regis libri octo" (Lyon,
1609), p. 210 (libro IV, capítulo XV, . 3-5)]. Para él "Tharsis" es
referencia al Sur y "Thubal" a toda España, mejor dicho: "Thubal, omnes
Hispani, Tharsis, Baetici". Parece que modernos comentaristas del
"Génesis" están más conformes con la idea de Maluenda, resumida así por
Pineda (p. 210, 4): "Eadem coniectura ductus Maluenda, refert Thubal ad
gentes Aquilonares conterminan Moscovitis, id est, vult esse Iberos,
quos appellant Orientales: quod idem observarunt Oleaster, Gen. 10,
Ribero Apoc. 20." Martínez de Zaldibia y Garibay, padres nutricios del
vascocantabrismo, corren un poco más hacia el Oeste al patriarca, al que
colocan "en la región de Cantabria y tierras de Navarra". Tubal, dice
Garibay, "enseñó a los suyos la ley de naturaleza y les dio orden de
bien vivir", e, incluso, les dictó sus Fueros. Desde entonces, escribe
el bachiller Poza, "han conservado su llenad, su lengua, su hábito desde
el patriarca Tubal a esta parte". Oihenart sin embargo, autor del s.
XVII sobre el que, por ser súbdito francés, no se cierne la sombra de la
Inquisición, prescinde en su Notitia, de toda referencia bíblica
ateniéndose a las fuentes grecolatinas. Otro tanto sucede con Marca.
Moret, mucho más cauteloso que los cantabristas guipuzcoanos y
vizcainos, recoge la tradición tubálica sin prestarle mayores atenciones
pero arremete contra las etimologías descabelladas de Tudela y Tafalla.
Sin embargo, a nivel popular, Tubal, reinando en la historigrafía
vasco-occidental, sigue también presente en Navarra. El licenciado
navarro Juan de Beriain, abad de Uterga, en su Doctrina cristiana
escrita en romance y bascuence publicada en Pamplona en 1626 afirma que
"el justo y perfecto Noé, habló y enseñó en este reino la lengua del
bascuence, y después acá, hasta el día de hoy, se ha conservado en la
muy noble ciudad de Pamplona, y en toda la tierra bascongada". En el
Propugnáculo histórico y jurídico escrito en 1666 por el canónigo José
Conchillos, Tudela es presentada como fundada por Tubal en la
Celtiberia. Conchillos trataba de rebatir la exposición del P. Moret en
su Investigaciones históricas. Como réplica al Propugnáculo Moret
publicó El bodoque que, en tono satírico burlesco, desbarataba las tesis
tubalistas, que, a su vez, fue contestado por el canónigo tudelano en
1667 bajo el título de Desagravios que fue condenado por el Consejo de
Navarra "porque el dicho libro, además de las injurias que sobre el P.
Moret arroja, intenta sembrar discordias entre los naturales del país".
Ello no obsta para que el dictado de la ciudad de Tudela guarde un
recuerdo de la fundación mítica: "Antiquísima, Nobilísima y Muy Leal
Colonia de Tubal, la ciudad de Tudela." El origen babélico de las
lenguas, como tantas otras tradiciones pías, va perdiendo terreno en el
Siglo de las Luces hasta desaparecer, antes que la Inquisición, a
finales del siglo XVIII. Le sucedían los nuevos mitos románticos, Aitor,
Altabizkar, el mundo de Navarro Villoslada haciendo fehaciente aquella
antigua afirmación que dice que "la necesidad crea al órgano".
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