martes, 16 de enero de 2018

SAL FUERA

                                                                                                                A Natalia,


Te curarás,
olvidadrás todas la afrentas  de nuestra sangre endiosada.
Volveras a las calles de sol y pájaros,
ya estas pensando en ellas, ya estás en ellas,
buscando nuevas recetas para la alegria,
revisando la cornisa de una casa o de aquella buhardilla,
escuchando mis estupideces con tolerancia,
disfrutando del milagro que es Fernanda.
Conectandote al espacio no vacío que nos une para amarnos
y ayudarnos,
como si fueramos la familia pobre y humilde
de Fernanda, Dora o Doina, que viven sueños  sencillos,
y solo piensan en el jengibre y la vainilla, para hacer postres  de niños.
Te curarás,
me curaré,
aunque tenga que morir,
aunque tenga que vivir en el intento.
Mira al sol que tanto te gusta, ahora te esta llamando,
hazle caso y deja que la piel, tu piel, se deje acariciar
por su ternura leve e invernal.
Recibe sus parabienes, y cuando llueva y venga el nublado,
piensa que es el sol el que lo manda, para descansar un poco,
pero siempre está pensando en ti, porque yo se lo mando.
Algun día, nos curaremos todos de esta enfermedad envidiosa y endogámica,
y bailaremos la danza del sol y la lluvia
como si fueramos niños  de la calle.
Ya oigo la música, ponte a bailar  despacito y cada vez más fuerte.
Así te curarás y me curaré yo también.
Sal fuera, vete lejos de mi si te hace falta, viaja, come, rie, mira, admira, observa,
disfruta y déja un poco  para mi, aunque sea un cachito de todo eso,
solo un cachito  de verdura.

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