La escalada de violencia y los “delitos pasionales”: “El cerrojo” de Fragonard
Herir, quemar, golpear, empujar y finalmente asesinar son el último escalón en un proceso de violencia de género que comienza en una escalada lenta, pausada y continua años antes del dramático final, en tanto en cuando no es menos trágico el día a día.La sociedad debe concienciarse a que nadie tiene derecho a maltratar a otra persona y no hay ningún motivo que lo justifique. El único responsable del maltrato es quien lo ejerce, no su víctima. La mujer u hombre maltratado/a debe saber que, por muchas muestras de arrepentimiento y ternura que él exprese y por muchos esfuerzos que ella realice, él o ella no cambiará, y que de no ponerle fin lo antes posible caerá en un proceso ascendente donde la intensidad y frecuencia de las agresiones se incrementará a medida que pase el tiempo.
El amor no mata, ni duele, ni angustia, ni lastra, ni frustra, ni da miedo, sin embargo muchas mujeres y hombres, desde el comienzo de sus relaciones lo viven así, confundiendo la posesividad de él/ella con una demostración de amor. “Nadie te quiere como yo”, “tus amigas/os son estúpidas/os, me miran mal”, “tenemos que pasar más tiempo juntos”, “¿Quién te llama?”, “¿Con quién vas?”, “¿Dónde vas?” son las primeras señales de alerta y los inicios del maltrato psicológico, de controlar las relaciones sociales, de aislarla. El entorno lo presiente, la familia lo vive, pero ellas/os lo justifican pues piensan que están enamorados, cuando se trata de mal trato.
La mujer u hombre empieza a distanciarse de sus amistades, de su padre, madre, hermanos y le consagra su tiempo a él que, generalmente, le confiesa haber tenido una infancia infeliz y amarga, haciéndole creer a ella que es su redentora, su salvadora y, sin darse cuenta a convertirse en el saco de boxeo donde el paga sus frustraciones y despechos, comenzando la violencia verbal. Insultos, amenazas, coacciones, desprecios, primero en privado y más adelante públicamente que el o ella sigue justificando y defendiendo creyendo que ellas son las culpables de esas reacciones.
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